jueves, junio 13, 2013

VII CINES DEL SUR J04 It Was Better Tomorrow, Beijing Flickers

IT WAS BETTER TOMORROW, El Futuro ya no es lo que era

Cines del Sur mantiene una saludable tradición desde sus comienzos: permitir al cine documental competir en Sección Oficial en las mismas condiciones que la ficción entendiendo, con sano criterio en mi opinión, que lo importante son las historias que llegan a tocar al espectador independientemente del formato en el que son construidas. Desde Tunez nos ha llegado este primer trabajo de la realizadora Hinde Boujemaa que sigue los pasos de Aida, una mujer divorciada y sin techo que en compañía de su hijo adolescente, que sufre un cierto retraso mental no demasiado evidente y que tiene ramalazos de un cierto comportamiento conflictivo en ocasiones, trata de reconstruir su vida y encontrar un sitio donde vivir, tratando incluso de ocupar de forma ilegal algunos inmuebles vacíos.

Una superviviente nata, desesperada por reunir de nuevo a su familia – más adelante sabremos que sus otros tres hijos están en los servicios sociales por su imposibilidad de ocuparse de ello – que vive prácticamente ajena a los acontecimientos que se desarrollan a su alrededor: el comienzo de la llamada Primavera Árabe, la revolución popular que acabó con la caída del dictador Ben Ali y que se extendió como la pólvora por otros países norteafricanos cuya población anhelaba democracia, libertad, justicia y un futuro mejor.


Que la Primavera Árabe se halle al fondo de esta dramática historia que denuncia de forma clara la situación de indefensión a la que puede verse sometida una mujer sin recursos una vez decide divorciarse de su marido en una de esas sociedades no es ni mucho menos un dato menor. Muy al contrario, dota a la película de una profundidad y una relevancia insospechadas, porque precisamente la tesis que se desprende de ella, mientras asistimos al paso de los meses y vemos impotentes como Aida no consigue salir del pozo en el que se encuentra por más que lo intente, es que todas las promesas que trajo consigo dicha revolución no han significado diferencia alguna precisamente para aquellos que en teoría más deberían haber podido beneficiarse del paso a la democracia, es decir, los más desfavorecidos por la sociedad. Muy al contrario, la posibilidad de que partidos islamistas radicales accedan por vías democráticas a controlar las instituciones puede suponer una amenaza muy real para casos como el de Aida, cuya condición de mujer divorciada no está demasiado bien vista. No digamos nada de ese hijo adolescente sin demasiados recursos al que no se le augura un porvenir demasiado halagüeño precisamente.


La potencia dramática de It Was Better Tomorrow resulta innegable en algunos pasajes en los que se hace evidente la tragedia de la historia de esta mujer marcada por un pasado terrible que pelea contra un destino que parece insalvable. De hecho la estructura casi circular de la película, que finaliza con una discusión doméstica que empieza de forma casi banal para cavar convirtiéndose en algo más grave, es prácticamente un eco de una de las secuencias iniciales del filme. Algo que no solo evidencia el viaje a ninguna parte de un personaje con un destino trágico sino quizás también el fracaso desalentador de una revolución que prometía ilusión y esperanza y que para gente como Aida en realidad no ha supuesto la más mínima diferencia.

BEIJING FLICKERS, Corazones perdidos en Pekín.

Tampoco parecía demasiado alentador el comienzo de la otra propuesta de ayer. Al menos para su protagonista, al que difícilmente se le podrían acumular más desgracias en un solo día: abandonado por su novia, despedido por su jefe y enfrentado a un desahucio del mísero apartamento en el que vive, al pobre San Bao, después de un cómico intento fallido de suicidio decide darse a la bebida de forma extrema. Tanto que acaba comiéndose el vaso de vidrio y provocándose una serie de lesiones en la boca que lo llevan de cabeza al hospital. Allí conocerá a un joven poeta obsesionado con la belleza y la cirugía estética que se gana la vida bailando como drag queen en un club nocturno y recibirá la ayuda de su mejor amigo, un tipo obsesionado con el dínero y la posición social, que le ayudarán a salir o al menos sobrellevar algo mejor - porque ellos también padecen lo suyo - esa delicada situación.



Lejos del drama que parecería leyendo estas líneas, Beijing Flickers es una película bastante agradable y en cierto modo engañosamente ligera sobre diversos jóvenes sin rumbo, corazones heridos y perdidos a la búsqueda de apoyo o simple comprensión que en un primer momento podría recordar en ciertos detalles al cine del primer Wong Kar Wai, ese que estaba dominado por una constante voz en off que desgranaba los íntimos pensamientos de su protagonista y se obsesionaba con el paso del tiempo mientras se buscaban remedio a las heridas emocionales provocadas por la pérdida del amor. Deambulando sin demasiado rumbo fijo por las calles de un Pekín no demasiado amigable, los tres protagonistas de la historia más una joven cantante que se une a ellos un tanto por azar desgranan su soledad y su búsqueda de algo que les ilusione de una forma que se aleja bastante del drama cuyos mimbres parece esbozar.


Zhang Yuan, otro viejo conocido de Cines Del Sur, ha construido una película que en cierto modo parece reflejar la confusión en la que se halla sumida una juventud atrapada por esa vorágine de prosperidad y crecimiento de la capital de China. Nada de lo que se cuenta en la película parece demasiado relevante salvo esa sensación de angustia existencial, esa necesidad de consuelo y entendimiento mutuo que domina las vidas de sus personajes. Beijing Flickers tiene la virtud de manejarse en un tono no demasiado grave, de no alzar la voz ni subrayar en exceso las partes más dramáticas de la historia, sino jugar en esa indefinición entre comedia y drama.


Se ve con cierto agrado aunque no deja de ser igualmente cierto que tampoco deja demasiado poso en el espectador, al que pueden resultar bastante indiferentes las cuitas de estos personajes atrapados en su propia angustia existencial. A uno le queda la sensación de que Zhang Yuan se ha quedado algo corto si su pretensión era retratar cierto estado de las cosas en la vida cotidiana del Pekín actual. Pero su Beijing Flickers tampoco parece perseguir con demasiado ahínco ese objetivo, así que quizás tampoco parece demasiado de recibo exigirle a su película algo que quizás no pretende ser en ningún momento. Quedémonos pues con lo positivo, con esa ligereza con la que traza un retrato bastante poco amigable, aunque finalmente con más luces que sombras, de la creciente desorientación de una parte de la juventud china urbana actual.



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