lunes, junio 24, 2013

THE TRIP, Lunes 24, Cinesa El Foro 20:30 y 22:30

¡Saludos a todos!

Nuestro viaje por el III Ciclo de Cine en VO llega a su fin hoy lunes con THE TRIP, una comedia de Michael Winterbottom en la que los cómicos Steve Coogan y Rob Brydon se interpretan a sí mismos compartiendo una ruta gastronómica por diez de los restaurantes más prestigiosos del norte de Inglaterra mientras discuten sobre la vida y el oficio de actor. Con esta divertida propuesta, la película número 23 que programamos en este 2013, despedimos nuestros ciclos hasta después del verano. Regresaremos en Septiembre con nuevas e interesantes películas. Como siempre, os agradecemos no solo vuestra presencia sino que compartáis este mail con aquellos de vuestros contactos que pudieran estar interesados en pasar esta última jornada de buen cine con nosotros. ¡Os esperamos hoy en Cinesa!

THE TRIP (Reino Unido, 2010)


Steve Coogan es escogido por The Observer para hacer una ruta por los mejores restaurantes del país, lo que le parece un plan estupendo para hacer con su novia. Pero cuando ésta le deja, Steve no encuentra quien le acompañe salvo su extravagante amigo Rob Brydon. A lo largo de seis comidas en seis restaurantes diferentes en los alrededores de la región de los lagos, Lancanshire y Yorkshire Dales, esta extraña pareja debaten sobre la vida y el oficio de actor a través de una serie de delicias culinarias.


Filmografía Selecta de Michael Winterbottom: Besos de Mariposa (1995) Jude (1996) Welcome to Sarajevo (1997) I Want You (1998) Wonderland (1999) El Perdón (2000), 24 Hour Party People (2002) In This World (2002) Código 46 (2003) Nine Songs (2004) Tristram Shandy (2005) Genova (2008) La Doctrina del Shock (2009) El Demonio Bajo la Piel (2010)


Tengamos claro ante todo de donde sale una película tan atípica como The Trip. Para empezar, es la tercera colaboración entre Michael Winterbottom y los cómicos Steve Coogan y Rob Brydon tras 24 Hour Party People y Tristram Shandy, donde ya se jugaba con la idea de que se interpretaran a si mismos además de los personajes que hacían esa película dentro de la película. A Winterbottom le parecieron mucho más divertidas las improvisaciones de ambos actores fuera de cámara que delante de ella y la idea de meterlos en un viaje por el norte de Inglaterra haciendo algo tan ajeno a ellos como visitar los restaurantes más exclusivos probando delicatessen que en el fondo no les importan gran cosa le debió resultar irresistible. Por último, pero no menos importante, la película que van a ver es el resultado del montaje de la serie original de seis horas que emitió la BBC, un dato esencial para entender su rareza.


A Michael Winterbottom, cineasta ubicuo donde los haya, le divierten este tipo de experimentos. Más allá de sus continuos cambios de registro, aligerar la trascendencia y densidad de las obras más conocidas de su filmografía coqueteando con el porno, reconstruyendo clásicos a su antojo o jugueteando con formatos narrativos es una constante en su variable y prolífica producción. Ojo: que The Trip sea uno de estos divertimentos y que revista la forma de una curiosa mezcla de road movie y comedia no significa ni mucho menos que sea una obra menor.


Muy al contrario, hay que tener un talento muy particular para conseguir que Coogan y Brydon, espléndidos, acepten jugar con la imagen que el espectador tiene de ellos (aunque en España juegue en su contra que el primero sea poco conocido y el segundo, algo así como el Carlos Latre de las ondas británicas, lo sea aun menos) y llevar hasta las últimas consecuencias este duelo de personalidades, de formas de ver la vida y de entender el oficio de actor que esta extraña pareja de indudable química desarrolla a lo largo del viaje.


No se dejen engañar: bajo ese tono de comedia ligera, bajo esa inconfundible ironía y ese mordaz sarcasmo tan propio del humor británico, bajo todas esas pullas, Winterbottom se las apaña para conseguir algo tan difícil como revestir su propuesta de una profunda melancolía: la que surge de contraponer los deseos y realidades de ambos protagonistas, de entender lo que significa el éxito para uno y otro, de desenmascarar la tristeza del cómico que se oculta tras su permanente sonrisa, ahondando en su soledad o su narcisismo desaforado.


Este viaje de crecimiento, bromas, imitaciones – no hay VO más imprescindible que ésta: The Trip no tendría sentido alguno doblada – y gastronomía nos parece un final perfecto para cerrar de forma temporal nuestro cine de los lunes. Estén tranquilos: volveremos con nuevas y jugosas propuestas tras el verano. Ya saben que cualquier viaje por el cine puede parar de vez en cuando… pero no se termina nunca del todo. ¡Gracias por acudir: nos vemos en Septiembre! (David Garrido Bazán, Programador del Ciclo)

lunes, junio 17, 2013

BLUE VALENTINE, Lunes 17 Junio, Cinesa 20:30 y 22:30

¡Saludos a Todos!

Nuestro viaje por el amor del III Ciclo de Cine en VO de Cinesa llega hoy a su última parada con la película Blue Valentine de Derek Cianfrance,  la historia de una relación amorosa ambientada en dos tiempos muy distintos con dos esplendidas interpretaciones a cargo de Ryan Gosling (Drive) y Michelle Williams (Brokeback Mountain, Mi semana con Marilyn) que fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz por este magnífico trabajo en el año 2010. El lunes que viene despediremos nuestros ciclos hasta septiembre con THE TRIP, una divertida comedia de Michael Winterbottom en la que dos actores se embarcan en un viaje gastronómico por diversos restaurantes de Inglaterra. Os esperamos esta noche en Cinesa para disfrutar de Blue Valentine y, como siempre, os rogamos que compartáis este mail con aquellos de vuestros contactos que pudieran estar interesados. Ah, debido a la duración de la película (114') la proyección comenzará puntualmente por lo que os rogamos que vengáis con antelación para adquirir vuestra entrada con la suficiente antelación y evitar así las colas. ¡Un saludo y nos vemos esta noche en Cinesa!

BLUE VALENTINE (EE.UU. 2010)


Dean y Cindy llevan seis años de apasionada historia de amor. Han tenido una hija juntos y han decidido casarse. Pero su amor empieza a desmoronarse. Cindy ha perdido interés por la relación y en un intento por juntar las piezas y reconstruir lo que habían construido juntos, Dean propone ir a pasar la noche a un hotel temático, donde eligen la “habitación del futuro”. Desde este futuro, que Dean y Cindy difícilmente podían haber intuido años atrás, conoceremos la historia de esta pareja, desde sus comienzos hasta el momento en que su amor se va deteriorando de forma al parecer irremediable.

Michelle Williams - Nominaciones al Oscar, Globo de Oro e Independent Spirit Award en la categoría de Mejor Actriz 2011. Ryan Gosling – Nominado al Globo de Oro Mejor Actor 2011



Después de un injustificable retraso de casi tres años que demuestra el pésimo estado - o la miopía - de la distribución en España, esta rara y anómala joya llamada Blue Valentine ha encontrado finalmente la forma de esquivar su destino y estrenarse en España. Algo que nos permite concluir este viaje que hemos realizado en este III Ciclo de Cine en VO a través del amor en sus más diversas etapas con una película que bien podría resumir en sí misma los dos momentos más destacables del amor o mejor dicho, aquellos con los que más fácil nos resulta identificarnos porque todos nos hemos encontrado en uno o en otro: su ilusionante nacimiento y su agónica defunción.


Como si dos caras de la misma moneda se tratase, Derek Cianfrance construye una película que se maneja con habilidad entre dos tiempos narrativos de una pareja: un presente al borde mismo de la ruptura en la que los protagonistas tratan de evitar un destino que el espectador (y ellos mismos) intuyen inevitable por más parches que se le quieran poner a una relación que hace tiempo que navega a la deriva y la contraposición del luminoso momento del encuentro seis años atrás, cuando todo parecía posible y la felicidad de verse reflejado en los brillantes ojos del otro auguraba una preciosa historia alejada de los sinsabores del desgaste al que se ve sometido el amor con la cotidianidad de la vida conyugal, precisamente aquello que falta en el retrato pero que el espectador puede añadir de su propia cosecha sin demasiada dificultad.


El plato no es precisamente nuevo. Pero su guiso y acaso su condimento sí lo sea y eso precisamente es lo que hace de Blue Valentine una película valiosa, por su honestidad y franqueza a la hora de retratar el trayecto de ida y vuelta del romance a la angustia, por la forma en la que esa pareja lucha contra el amargo presente aferrándose a un pasado acaso demasiado diluido pero aun fresco en la memoria, por la innegable química que despliegan sus dos protagonistas, un Ryan Gosling anterior al romanticismo desgarrado de Drive y una magnífica Michelle Williams al que este personaje, capaz de desgranar con la misma solvencia la frescura del enamoramiento y la ojeriza rencorosa de la desdicha, la llevó no por casualidad a las puertas del Oscar a la Mejor Actriz y por la habilidad de Cianfrance, quien con un trabajo de cámara meticuloso, paciente y que se exime a si mismo y en consecuencia al espectador de juzgar duramente a sus criaturas, ni siquiera a entenderlos del todo: se limita a levantar acta de algo que ocurre sin más.


Quizás, como decía aquella vieja canción, se nos rompió el amor de tanto usarlo. Nuestro viaje por el amor llega a su fin. De momento. Porque ya saben que las historias de amor nunca acaban ¿verdad? (David Garrido Bazán, programador del ciclo)





jueves, junio 13, 2013

VII CINES DEL SUR J04 It Was Better Tomorrow, Beijing Flickers

IT WAS BETTER TOMORROW, El Futuro ya no es lo que era

Cines del Sur mantiene una saludable tradición desde sus comienzos: permitir al cine documental competir en Sección Oficial en las mismas condiciones que la ficción entendiendo, con sano criterio en mi opinión, que lo importante son las historias que llegan a tocar al espectador independientemente del formato en el que son construidas. Desde Tunez nos ha llegado este primer trabajo de la realizadora Hinde Boujemaa que sigue los pasos de Aida, una mujer divorciada y sin techo que en compañía de su hijo adolescente, que sufre un cierto retraso mental no demasiado evidente y que tiene ramalazos de un cierto comportamiento conflictivo en ocasiones, trata de reconstruir su vida y encontrar un sitio donde vivir, tratando incluso de ocupar de forma ilegal algunos inmuebles vacíos.

Una superviviente nata, desesperada por reunir de nuevo a su familia – más adelante sabremos que sus otros tres hijos están en los servicios sociales por su imposibilidad de ocuparse de ello – que vive prácticamente ajena a los acontecimientos que se desarrollan a su alrededor: el comienzo de la llamada Primavera Árabe, la revolución popular que acabó con la caída del dictador Ben Ali y que se extendió como la pólvora por otros países norteafricanos cuya población anhelaba democracia, libertad, justicia y un futuro mejor.


Que la Primavera Árabe se halle al fondo de esta dramática historia que denuncia de forma clara la situación de indefensión a la que puede verse sometida una mujer sin recursos una vez decide divorciarse de su marido en una de esas sociedades no es ni mucho menos un dato menor. Muy al contrario, dota a la película de una profundidad y una relevancia insospechadas, porque precisamente la tesis que se desprende de ella, mientras asistimos al paso de los meses y vemos impotentes como Aida no consigue salir del pozo en el que se encuentra por más que lo intente, es que todas las promesas que trajo consigo dicha revolución no han significado diferencia alguna precisamente para aquellos que en teoría más deberían haber podido beneficiarse del paso a la democracia, es decir, los más desfavorecidos por la sociedad. Muy al contrario, la posibilidad de que partidos islamistas radicales accedan por vías democráticas a controlar las instituciones puede suponer una amenaza muy real para casos como el de Aida, cuya condición de mujer divorciada no está demasiado bien vista. No digamos nada de ese hijo adolescente sin demasiados recursos al que no se le augura un porvenir demasiado halagüeño precisamente.


La potencia dramática de It Was Better Tomorrow resulta innegable en algunos pasajes en los que se hace evidente la tragedia de la historia de esta mujer marcada por un pasado terrible que pelea contra un destino que parece insalvable. De hecho la estructura casi circular de la película, que finaliza con una discusión doméstica que empieza de forma casi banal para cavar convirtiéndose en algo más grave, es prácticamente un eco de una de las secuencias iniciales del filme. Algo que no solo evidencia el viaje a ninguna parte de un personaje con un destino trágico sino quizás también el fracaso desalentador de una revolución que prometía ilusión y esperanza y que para gente como Aida en realidad no ha supuesto la más mínima diferencia.

BEIJING FLICKERS, Corazones perdidos en Pekín.

Tampoco parecía demasiado alentador el comienzo de la otra propuesta de ayer. Al menos para su protagonista, al que difícilmente se le podrían acumular más desgracias en un solo día: abandonado por su novia, despedido por su jefe y enfrentado a un desahucio del mísero apartamento en el que vive, al pobre San Bao, después de un cómico intento fallido de suicidio decide darse a la bebida de forma extrema. Tanto que acaba comiéndose el vaso de vidrio y provocándose una serie de lesiones en la boca que lo llevan de cabeza al hospital. Allí conocerá a un joven poeta obsesionado con la belleza y la cirugía estética que se gana la vida bailando como drag queen en un club nocturno y recibirá la ayuda de su mejor amigo, un tipo obsesionado con el dínero y la posición social, que le ayudarán a salir o al menos sobrellevar algo mejor - porque ellos también padecen lo suyo - esa delicada situación.



Lejos del drama que parecería leyendo estas líneas, Beijing Flickers es una película bastante agradable y en cierto modo engañosamente ligera sobre diversos jóvenes sin rumbo, corazones heridos y perdidos a la búsqueda de apoyo o simple comprensión que en un primer momento podría recordar en ciertos detalles al cine del primer Wong Kar Wai, ese que estaba dominado por una constante voz en off que desgranaba los íntimos pensamientos de su protagonista y se obsesionaba con el paso del tiempo mientras se buscaban remedio a las heridas emocionales provocadas por la pérdida del amor. Deambulando sin demasiado rumbo fijo por las calles de un Pekín no demasiado amigable, los tres protagonistas de la historia más una joven cantante que se une a ellos un tanto por azar desgranan su soledad y su búsqueda de algo que les ilusione de una forma que se aleja bastante del drama cuyos mimbres parece esbozar.


Zhang Yuan, otro viejo conocido de Cines Del Sur, ha construido una película que en cierto modo parece reflejar la confusión en la que se halla sumida una juventud atrapada por esa vorágine de prosperidad y crecimiento de la capital de China. Nada de lo que se cuenta en la película parece demasiado relevante salvo esa sensación de angustia existencial, esa necesidad de consuelo y entendimiento mutuo que domina las vidas de sus personajes. Beijing Flickers tiene la virtud de manejarse en un tono no demasiado grave, de no alzar la voz ni subrayar en exceso las partes más dramáticas de la historia, sino jugar en esa indefinición entre comedia y drama.


Se ve con cierto agrado aunque no deja de ser igualmente cierto que tampoco deja demasiado poso en el espectador, al que pueden resultar bastante indiferentes las cuitas de estos personajes atrapados en su propia angustia existencial. A uno le queda la sensación de que Zhang Yuan se ha quedado algo corto si su pretensión era retratar cierto estado de las cosas en la vida cotidiana del Pekín actual. Pero su Beijing Flickers tampoco parece perseguir con demasiado ahínco ese objetivo, así que quizás tampoco parece demasiado de recibo exigirle a su película algo que quizás no pretende ser en ningún momento. Quedémonos pues con lo positivo, con esa ligereza con la que traza un retrato bastante poco amigable, aunque finalmente con más luces que sombras, de la creciente desorientación de una parte de la juventud china urbana actual.



miércoles, junio 12, 2013

VII CINES DEL SUR J03 Half Life Nairobi y Pies en la Tierra

NAIROBI HALF LIFE, La ciudad no es para mí. O si.

Reconozcamos de entrada que una película que arranca con un desenvuelto vendedor de películas piratas, representando para un grupo de delincuentes la escena final de Kill Bill II con tanto apasionamiento como variedad de recursos expresivos (¡antes de colocarle a uno de ellos la susodicha peli de Tarantino!) es algo que mueve a la simpatía inmediata. Algo que se corrobora cuando, en la escena siguiente, este mismo vendedor que vive en un pueblo diminuto del interior de Kenya y sueña con ser actor, aprovecha el intermedio de una representación teatral en su poblado para marcarse ante la audiencia allí reunida una desopilante versión del discurso del Rey Leonidas a sus espartanos en 300 de Zack Snyder. Irresistible.


Nairobi Half Life (Mi Otra Vida en Nairobi) comienza pues dibujándote una sonrisa cómplice que consigue que te enganches a la peripecia de este hombre inocentón pero con no pocos recursos que, llevado por su sueño de ser actor, parte a Nairobi para ser desvalijado sin contemplaciones de todas sus pertenencias y enviado a la cárcel nada más llegar a la ciudad que algunos denominan no sin buenas razones NaiRobbery, con lo que se verá obligado a empezar de cero en una doble vida que mezcla delincuencia para sobrevivir con la determinación por conseguir ser actor, lo que podría decirse que compone algo así como una metáfora nada desdeñable de gran parte del cine africano.


Tenía mucha razón Mirito Torreiro, director de programación de Cines del Sur, cuando en su presentación de este filme de David ‘Tosh’ Gitonga avisaba sobre dos circunstancias que hacían de esta película elegida por Kenya para representar a su país en la carrera a los Oscars una obra interesante. La primera es que surge no ya de una co-producción con un país europeo, algo imprescindible a estas alturas para conseguir el objetivo de saltar más allá de sus fronteras, sino de un taller de guión impartido por el director Tom Tykwer. Si, ya saben, el de Corre Lola Corre y El Atlas de las Nubes, la última de los Wachowski. La otra es que, a diferencia de la mayor parte del cine africano que suele llegar a los ojos de los programadores de festivales, Half Life Nairobi no parece tener la más mínima intención de contentar el gusto occidental ni utilizar en su beneficio su imagen habitual de primitivismo“cine de choza y hechicería” en afortunada definición del propio Mirito – sino más bien limitarse a mirar a la realidad de la vida cotidiana sin esconder sus ciertas dosis de delincuencia y corrupción en una historia simple pero narrada de forma más que correcta. Especialmente para tratarse de una primera película.


Half Life Nairobi es pues una película que cae simpática tanto por el encanto de su protagonista con el que resulta difícil no empatizar como por la sensación de propio conocimiento del medio que tienen sus autores. Es verdad que adolece de ese defecto casi generalizado del cine africano como es esa excesiva simpleza e inocencia en sus tramas, con algún giro de guión un tanto forzado, pero aun así resulta un filme digno que se apoya bien en el buen trabajo de su resuelto protagonista Joseph Wairimu, que demuestra manejar un buen puñado de registros, incluyendo un plano final de lo más efectivo.


Esta decisión consciente de contar sus propias historias para su gente sin necesidad de atar sus formatos narrativos al gusto del primer mundo pero tampoco escondiendo la inevitable influencia que el cine occidental tiene en ellos no parece a priori una mala fórmula a seguir por el cine subsahariano. Aunque solo sea para huir de ciertos indeseables lugares comunes.



PIES EN LA TIERRA Lo épico y lo entrañable.


Siguiendo con esto de las primeras películas, parece inagotable la capacidad del cine argentino para seguir reinventándose y experimentando con formatos narrativos que permiten reconocer ciertas saludables herencias e influencias pero sin por ello dejar de mostrar una voz personal y propia. La forma más simple (e incompleta) de definir la primera película de Mario Pedernera es que Pies en la Tierra es una película que mezcla lo mejor del cine de Carlos Sorín – ya saben, el autor de Historias Mínimas, Bombón El Perro, La Ventana o Días de Pesca – con aquella rareza (por su clasicismo y su naturalidad  que aun hoy constrasta fuertemente con el resto de su filmografía) en clave fordiana que rodó el inquieto David Lynch en The Straight Story, que en España se llamó Una Historia Verdadera. Por si no la recuerdan o han cometido el imperdonable fallo de no haberla visto todavía, Una Historia Verdadera contaba el largo viaje en una cosechadora de un anciano para visitar a su hermano al que no veía en largo tiempo, sin importarle la lentitud con la que se dirigía a su destino, sino el viaje en sí y sus experiencias con aquellos que se iba encontrando.


Pues bien: el protagonista de Pies en la Tierra es Juan, un hombre en silla de ruedas de carácter hosco y reservado, poco amigo de verbalizar cualquier cosa más allá de los estrictamente necesario, que vive vendiendo pescado en un puesto junto a una carretera poco transitada y que tras la muerte repentina de su madre, decide ir en su silla de ruedas en busca de la única familia que le queda, una prima y la hija de ésta, que residen en una ciudad bastante alejada de donde Juan reside. Pedernera no esconde en ningún momento sus influencias. Es más, las abraza alegremente en sin importarle lo más mínimo las posibles críticas que pudiera recibir por ello.


Del cine de Sorín toma la naturalidad de algunos actores no profesionales, irresistibles personajes en sí mismos, que dotan al conjunto de una verosimilitud irrebatible, al tiempo que, sin ser sentimental, no le duelen prendas a la hora de afrontar los sentimientos. De la película de Lynch toma ese aliento entre épico y poético, ese inevitable proceso de crecimiento que implica todo viaje y la interacción con esos tipos que se cruza en el camino que proporcionan momentos inolvidables tanto de puro surrealista como por su capacidad de conmover con unos elementos mínimos pero de una efectividad indudable a la hora de tocarte el corazón.


Cuesta quizás un poco entrar en la propuesta en su arranque, quizás porque el personaje de Juan no resulta de entrada alguien particularmente atractivo para el espectador sino más bien al contrario. Pero una vez que se pone en movimiento, la película alcanza rápidamente mucho vuelo con muy pocos elementos y ya no baja en ningún momento, manteniendo con soltura un tono de lo más elevado. Los sucesivos encuentros de Juan con tipos como ese ex – boxeador que ha vivido tiempos mejores, la pareja de campesinos (brillante el recurso de colocar en el mismo plano a un tipo hosco y reservado al que le cuesta hablar como Juan y uno que se desvive por comunicarse pero al que su condición de casi mudo le dificulta en igual medida el hacerlo) o ese inolvidable cantante cristiano, Paco de Los Zorzales (¡queremos el disco de Los Zorzales ya!) que tiene a su cargo algunas de las secuencias más maravillosas de la propuesta, incluso el papel determinante en el filme que juega un simple perro.


Todo ayuda para llevar a buen puerto una película tan entrañable como a la postre notable que por cierto también contiene en su interior un homenaje al propio cine – y es casi una constante de este año: ya las hemos tenido en Talgat o Nairobi Half Life, por ejemplo – en una emotiva secuencia en la que Juan ve una proyección al aire libre de un clásico de Leonardo Favio, Juan Moreira (1973) perfectamente encajada en la historia que se está contando: no es un simple homenaje sino otra referencia más de la que no se esconde este prometedor director al que habrá que seguirle la pista muy de cerca: un cine tan sutil e inteligente como el que demuestra Pies en la Tierra no puede ser fruto de la casualidad, sino de un talento muy particular.



martes, junio 11, 2013

VII CINES DEL SUR J02 Talgat y Jîn

TALGAT, Inocencia arrebatada.

En un festival de las características de Cines del Sur, que siempre está condicionado por la procedencia geográfica de las películas que concursan en Sección Oficial, es comprensible que haya ocasiones en las que ésta resulte un factor determinante a la hora de seleccionar una película. Es el caso, mucho me temo, de Talgat, una producción de Kazajastán dirigida por Zhanna Issabayeva que, sin dejar de ser una película correcta, parece estar varios peldaños por debajo en cuanto los méritos de los que habitualmente hacen gala los filmes programados en Cines Del Sur.


Talgat es la historia del chaval del mismo nombre, un chico de once años que vive en los suburbios de Almaty, la antigua capital de Kazajstán y aun la ciudad más poblada de su país, donde conviven un amplio número de etnias. El panorama de Talgat no resulta nada alentador: vive en un estado cercano a la pobreza más absoluta, sus padres son dos alcohólicos cuya única preocupación durante en día es conseguir el dinero necesario para emborracharse, su tio Nurik es un discapacitado mental cuyo comportamiento es el de un niño de cinco años y también ha de hacerse cargo de Gulya, su hermana pequeña, de solo seis. Convertido en inopinado padre de familia, Talgat ha de compatibilizar su duro trabajo diario – que incluye conseguir el sustento de la familia en el mercado – con las preocupaciones propias de un niño de su edad, ir al colegio, estar con los amigos, descubrir los pequeños placeres de la vida, etc… 


Son numerosas los ejemplos de películas en las que un niño ha de renunciar casi por completo a su infancia debido a tener que asumir unas responsabilidades impropias de su corta edad, una circunstancia que no es en absoluto ajena a este Festival. La experiencia indica que es un tema delicado y hay que ser un director muy habilidoso y con una sensibilidad especial para saber graduar el drama de una situación tan extrema con las ocasionales luces de la infancia. No es el caso de Zhanna Isabayeva que, pese a algunos apuntes interesantes al comienzo del filme, cae con sorprendente facilidad en un ternurismo que haría sonrojarse al mismísimo Steven Spielberg. 


Talgat no acaba así de funcionar bien en ninguno de sus dos registros por puro desequilibrio: ni como drama alcanza la intensidad emocional necesaria ni sus leves apuntes cómicos consiguen aligerar la tensión de la situación, con lo que Talgat se queda en un terreno de nadie que desaprovecha tanto el buen trabajo de sus intérpretes como algunas situaciones que, llevadas de una forma mucho más contenida, podrían haber dado lugar a una película al menos estimable


JÎN, Naturaleza Sobrecogedora 

Las primeras imágenes de esta película del para mi hasta ahora desconocido cineasta turco Reha Erdem pueden sumir al espectador en el desconcierto: naturaleza en estado puro, un bosque en mitad de unas inacabables montañas, ríos, árboles gigantescos, fauna salvaje… todo ello filmado en un formato panorámico impresionante cortesía de la impecable fotografía de Florent Herry. En medio de toda esa sobrecogedora belleza, unos cuantos guerrilleros – luego sabremos que son combatientes kurdos – perseguidos con saña por el ejército turco y empequeñecidos por la enormidad de lo que les rodea. Uno diría que ha aterrizado en medio de una película de Terrence Malick, siempre preocupado por mostrar la naturaleza en todo su esplendor y crudo salvajismo. En mitad de una noche con luna, una de las guerrilleras, una chica joven, escapa de sus compañeros y se adentra sola en los bosques por razones desconocidas. En completa soledad, se esconde tanto de sus antiguos camaradas como de los soldados que los persiguen, sobreviviendo como puede mientras inicia un largo viaje de improbable retorno hacia una nueva vida.


Jîn es la primera obra importante de lo que llevamos de Cines del Sur, una película de descomunal belleza formal en la que su realizador aprovecha al máximo las posibilidades que ofrece rodar en un entorno tan subyugante en su belleza como hostil en su naturaleza como aquel en el que ambienta su historia y la magnífica interpretación de su protagonista, Deniz Hasgüler, que soporta sobre sus hombros todo el peso emocional del filme con la misma naturalidad e indómita determinación que su personaje, desafiante en todo momento.


La historia de Jîn transcurre en su mayor parte en ese entorno natural intimidatorio a la par que hermoso, pero también en una serie de peripecias que denuncian de forma clara no solo la difícil posición del pueblo kurdo que intenta conseguir su propio espacio sino la indefensión a la que se pueden ver sometidas las mujeres en una sociedad como la turca en la que los hombres gozan de una serie de privilegios que ejercen sin pudor alguno hasta rayar el abuso. No hay duda alguna de las intenciones de Reha Ardem al respecto: su mirada es la de un cineasta comprometido con una visión crítica de su sociedad.


Poseedor de una poética muy particular, que noquea al espectador a golpes de pura belleza en la retina sin por ello descuidar en ningún momento la progresión de la historia que está contando y también esa violencia sin sentido que el ser humano ejerce contra la naturaleza que provoca su desconexión de la misma, Jîn es una propuesta por momentos apabullante que consigue sobreponerse a ese ritmo lento pero seguro, esa forma de narrar las cosas que no deja al espectador duda alguna de hacia dónde encamina sus pasos Reha Erdem, un realizador con un ojo privilegiado no solo para captar esa mezcla de belleza e intimidación que puede provocar el medio salvaje, sino para equilibrar esas escenas con aquellas en las que Jîn intenta su periplo de vuelta, un viaje a ninguna parte de lo más estimulante.


Cines del Sur siempre contiene en su programación alguna joya que compensa venir a Granada. Es pronto aún para decirlo, pero es más que posible que Jîn sea la joya de esta séptima edición.



lunes, junio 10, 2013

VII CINES DEL SUR J01 Thy Womb de Brillante Mendoza

Cuando están muy cerca de cumplirse los mil años desde la fundación de esa ciudad irrepetible que es Granada, el Festival Cines del Sur alcanza su séptima edición en medio de los inevitables recortes. La cultura, hartos estamos ya de repetirlo todos los que nos dedicamos a esto, no puede someterse a la ceguera infame de depender de criterios exclusivamente económicos. Por suerte así parece entenderlo la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, un año más principal soporte y valedor de un certamen muy especial que tiene el atrevimiento de programar excelentes películas de latitudes remotas, sin nombres conocidos, glamour alguno o ganchos mediáticos con los que poder comprar espacios publicitarios en medios generalistas.


Lo de Cines del Sur es una misión casi suicida: se dedica a programar un cine de enorme calidad, imposible de ver de otra forma pues a diferencia de otros certámenes los títulos que componen la Sección Oficial de Cines del Sur rarísima vez llegan a alcanzar distribución comercial en nuestro país. La estupenda ganadora del año pasado, la chilena De Jueves a Domingo, consiguió el milagro de estrenarse hace unas semanas en un par de salas y la iraní A Cube Of Sugar se pudo ver en Cineteca gracias al esfuerzo de Javier Tolentino y El Séptimo Vicio… pero son excepciones a un triste sino que ha condenado al olvido a un buen puñado de obras maravillosas.


Los que seguimos este Festival desde sus comienzos sabemos de la importancia de su labor, de la calidad de la cuidada programación que nos sirven Mirito Torreiro y Gloria Fernández, de lo especial que es un certamen al que le cuesta obtener el reconocimiento que merece incluso dentro de su propia ciudad, aunque en honor a la verdad hay que reconocer que el lleno absoluto del Teatro Isabel La Católica anoche en la Gala de Inauguración resultaba un dato de lo más alentador.


Si, Cines del Sur lo ha conseguido un año más: diez títulos a concurso en su Sección Oficial procedentes de Filipinas, Japón, Egipto, Turquía, Kenya, Ecuador, Argentina, China, Kazajstán o Túnez; una sección de cine documental servida por el Festival de Al Jazeera que inicia así una colaboración permanente que resulta de lo más ilusionante y una retrospectiva auspiciada por la Fundación Japón en el que paladearemos un completo ciclo sobre el cine de Kiju Yoshida y Mariko Okada, que revolucionaron el cine japonés en lo que se llamó La Nueva Ola de Shochiku, más las habituales Pantallas Abierta (¡Cine al aire libre: maravilloso!), Milenio, Tan Lejos, Tan Cerca o Perlas del Sur. Lástima, eso sí, que tantos platos apetecibles coincidan en un mismo horario entre las 19:00 y las 22:00 obligando a decisiones que implican sacrificios de secciones completas. Este cronista se quedará con la Sección Oficial a concurso y la Nueva Ola de Shochiku por razones eminentemente prácticas: ambas se proyectan en un solo espacio.


La Sección Oficial se inauguró anoche con THY WOMB – algo así como Tu Vientre – del filipino Brillante Mendoza, un viejo conocido de Granada (estuvo ya con Serbis y Tirador) desde antes incluso de alcanzar un notable prestigio internacional. Mendoza nos lleva en esta ocasión a Sitangkai, una comunidad de pescadores en la remota provincia de Tawi Tawi, cercana a los archipiélagos malayo e indonesio. Una sociedad de casas flotantes, de mayoría musulmana – la importancia de la religión es determinante – y en la que tradición marca las pautas de comportamiento hasta el punto de que la bien avenida pareja protagonista, ante la imposibilidad por parte de ella de concebir hijos, decide embarcarse en una búsqueda desesperada de una segunda esposa para el marido que pueda tener el hijo que éste tanto desea. De pueblo flotante en pueblo flotante, negociando y vendiendo sus escasas posesiones para alcanzar la dote necesaria que consiga una buena candidata, asistimos al proceso con la fascinación propia de observar unos comportamientos que podemos comprender pero que resultan absolutamente ajenos a nuestros propios usos.


Brillante Mendoza se toma su tiempo – si conocen su cine, ya saben lo que les espera: un ritmo casi comatoso y mucho naturalismo en su puesta en escena – para mostrarnos la vida cotidiana de esa sociedad. A su favor tiene tanto el buen partido que saca de los parajes naturales en los que se mueve la pareja protagonista – no deja de resultar fascinante ese continuo fluir con el agua mientras viajan de pueblo flotante en pueblo flotante – como la voluntad de sortear el miserabilismo con el que demasiado a menudo coquetean otros autores filipinos contemporáneos. Por contra, el espectador puede sentir en algún momento que está asistiendo no tanto a una obra de ficción como a un documental de National Geographic que nos muestra de forma exhaustiva los usos y costumbres de los habitantes de esos archipiélagos, exotismos coloristas incluidos.


Sin embargo, lo mejor de la propuesta llega en el tramo final cuando Mendoza, probablemente consciente del amodorramiento en el que puede haber sumido al espectador, le recuerda que está ante una película con una historia. Y le golpea con ella en la cabeza hasta convertirla en una hermosa historia de amor y sacrificio de insospechada fuerza. Uno no olvida con facilidad el rostro de Nora Aunor al finalizar la película. Un buen comienzo para una séptima edición de Cines del Sur que promete depararnos muchos más motivos de alegría.