lunes, abril 28, 2008

COBARDES: Loables intenciones, película fallida

Soy uno de los muchos espectadores que se vio gratamente sorprendido hace unos años cuando José Corbacho y Juan Cruz presentaron Tapas. Aquella película fresca, inteligente y a ratos sutil en el tratamiento de alguno de los muchos pedazos de vida cotidiana de barrio a flor de piel que retrataba encubría gracias a su fina mirada las debilidades de una realización demasiado deudora del medio televisivo y conseguía que uno mirara con no poca simpatía el atrevimiento y el desparpajo de unos directores que conseguían mezclar con acierto las situaciones capaces de provocar la sonrisa con los temas bastante más serios que tocaba.

Cobardes, su segunda película, reunía a su alrededor unas altas expectativas no ya por el buen recuerdo de Tapas sino también por la importancia del tema que aborda en ella, el acoso escolar. Sin embargo, ya sea por la seriedad del asunto, ya sea por una inequívoca intención de dejar clara las tesis de los autores al respecto, Cobardes ha perdido por el camino la sutileza que hacía que las pequeñas historias de Tapas crecieran en el interior del espectador, cambiando la mirada neutra por la imposición de un discurso mucho más concienciado que persigue tanto analizar de forma exhaustiva las causas del problema como denunciar determinadas conductas que exceden el ámbito escolar y alcanzan el conjunto de la sociedad.

El planteamiento de Corbacho y Cruz gira en torno a dos chavales, acosador y acosado, que provienen de dos clases sociales en el fondo no demasiado alejadas entre sí: uno es hijo de un concejal y una ama de casa y el otro de un instalador de alarmas y una presentadora de televisión. Más allá de los problemas habituales de comunicación que sufren todas las familias, ninguna de ellas presenta un cuadro sociológico que pueda explicar por sí misma la aparición del problema. Eso le permite a los directores huir de las respuestas fáciles pero también caer en el error de jugar con las posibilidades de la inversión de roles de cara al exterior hasta tal punto que los responsables del centro tienen problemas para identificar a acosador y acosado – algo a todas luces excesivo: la ausencia de importancia de la figura del educador es una de las debilidades más manifiestas del filme – mientras el conflicto entre ambos no deja de crecer.

Cobardes acierta tanto en el retrato cotidiano de la dinámica de los chavales dentro del centro educativo y en su dependencia de las nuevas tecnologías como en la que sin duda es la idea más interesante de toda la película: el miedo, como la mayor parte de las cosas, se transmite de padres a hijos y detrás de cada uno de nosotros bien puede haber un potencial acosador que nos jode la vida o un temor recurrente que nos obliga a convivir de forma habitual con el miedo y plegarse a él de vez en cuando, convirtiéndonos en cobardes. Los hijos se limitan a seguir los roles que aprenden de sus padres y, de forma inconsciente, transmitimos una serie de comportamientos y un sistema de valores que pueden ser algo discutibles.

Con todo, siendo ésta una idea brillante, Corbacho y Cruz desaprovechan su potencial dejándola en simple apunte y no explorando sus posibilidades, prefiriendo centrar su atención en la segunda mitad del filme en una resolución al conflicto que deja muchísimo que desear por muy variados motivos, el mayor de los cuales afecta a la credibilidad: por mucho que uno pueda inspirarse en hechos reales, los directores olvidan que no basta con que la ficción se parezca a la realidad, sino que ha de resultar creíble para que el espectador pueda creer en ella y por desgracia, Cobardes pone a prueba demasiadas veces la paciencia del espectador: la estrambótica (y clave) figura del pizzero, algunas elaboradas estrategias impropias de chavales de trece años, esas madres incapaces de reaccionar a fondo cuando comprenden a lo que se enfrentan, la muy discutible resolución...

Créanme si les digo que tengo nada contra las películas discursivas y que, en principio, ese enfoque no tenía por qué resultar erróneo a la hora de afrontar la problemática del acoso escolar. No estamos ante un documental sino una película de ficción que parte de una realidad contrastable y de un fenómeno preocupante para aportar su necesario granito de arena para solucionarlo y, desde ahí, resulta encomiable la voluntad de los autores de llevar su mensaje a cuanto más público mejor.

Sin embargo creo que el tono elegido y sobre todo su muy peliculera resolución juega en contra de estos objetivos: es el crucial instante en el que el espectador puede plantearse de una forma razonable la temida frase “Esto no me lo creo” cuando el frágil andamiaje que sostiene la película corre el riesgo de venirse abajo con estrépito y ni siquiera la cuidada recreación del ambiente escolar – todos los chavales desbordan naturalidad – o el impecable trabajo del cuarteto de padres formado por Antonio Molero, Elvira Mínguez, Lluis Homar y Paz Padilla pueden salvar los muebles de una película sin duda loable en sus intenciones pero tan fallida en algunos aspectos que lleva a preguntarse cómo es posible que los mismos autores que demostraron saber contar una historia desde la sutileza hayan pintado un tema tan delicado con este denunciable exceso de brocha gorda.

Eso sí, el tema compuesto por La Excepción para la película es esplendido:

sábado, abril 26, 2008

3 DÍAS: Una propuesta arriesgada y valiente

Algo se mueve en el cine español. Yo no creo en las casualidades. No puede ser una casualidad que El Orfanato se haya convertido en la película salvavidas del año pasado del cine español gracias a sus impresionantes resultados de taquilla, que la magnífica [REC] muy probablemente fuera la mejor película de la cosecha española del 2007 y que ahora 3 Días, estimulante y arriesgadísimo debut del muy prometedor realizador cordobés Francisco Javier González, se estrene en los cines con el espaldarazo de haber logrado el premio a la Mejor Película en el reciente Festival de cine español de Málaga. Todas son películas de género puro y duro y alguna, como el caso de la que hoy nos ocupa, una mezcla peculiar de géneros que ha dado lugar a una de las propuestas más bizarras y valientes surgidas en el panorama audiovisual patrio.

Y es que hay que echarle un par de bemoles para plantear de entrada algo tan inabarcable como el fin del mundo tal y como lo conocemos – literalmente: un meteorito inmenso se dispone a colisionar con la Tierra y arrasar cuanto existe en ella – y olvidarse casi por completo de ello hasta el extremo de dejarlo reducido a poco menos que un decorado argumental de fondo para contar una historia que va por derroteros muy distintos de los que cabría esperar como es fijar la mirada en el enconado enfrentamiento entre un protagonista forzado a defender a sus sobrinos del acoso de un psicópata empeñado en dedicar las últimas horas de su existencia a vengarse del hombre que le metió en prisión a través de su prole. Es decir, es una visión del Apocalipsis desde una perspectiva casi minimalista.

Parece sencillo, pero no lo es: atreverse a ignorar las posibilidades argumentales que ofrecía algo tan sugerente como el fin del mundo y centrar la mirada en ese thriller áspero y brutal, dejar a un lado alegremente el componente de ciencia-ficción para sumergirse de lleno en una especie de odisea con reminiscencias vagamente Peckinpah sin abandonar por ello ese peculiar costumbrismo que delata la procedencia del autor demuestra varias cosas. Para empezar que estamos ante un director con las ideas muy claras sobre lo que quiere conseguir, poseedor tanto de una mirada personal como de una evidente vocación de sorprender, dotado de un enorme talento narrativo y lo que en mi opinión lo hace aun más valioso, volcado por completo en conseguir que su película transpire por todos lados eso tan difícil de definir y a la vez tan imprescindible en una película de estas características como una atmósfera, un estilo propio capaz de atrapar hasta tal punto al espectador que éste se deje llevar por la historia olvidando sus planteamientos iniciales y hasta alguna que otra debilidad de guión. Y lo consigue, vaya que si lo consigue.

Apoyándose en un esplendido trabajo de fotografía de Miguel Ángel Mora que proporciona a la imagen ese aire quemado que refuerza ese ambiente árido, seco, que preside el tono negrísimo y desesperanzado de la historia y con una elaborada planificación que desemboca en una puesta en escena de inusitada fuerza, 3 Días consigue su objetivo de arrebatar al espectador y embarcarlo en un viaje alrededor de las pulsiones más primarias del ser humano, un inevitable choque entre aquel que hace de la venganza irracional y violenta su única fuente de motivación – un inquietante, magnífico Eduard Fernández capaz de inspirar miedo con solo la mirada - y el que, acuciado por el peligro y el instinto de defender a los suyos, se verá obligado a asumir el papel de atribulado protector – Victor Clavijo, casi siempre airoso en un personaje de lo más intenso –

Ambientar la historia no en el presente sino en un pasado reciente indeterminado – aunque no se afirma en ningún momento puede deducirse de elementos como los vehículos, los primitivos videojuegos, los televisores en blanco y negro, la ausencia de móviles, los noticiarios construidos con imágenes de archivo – resulta un detalle nada insignificante que habla de la seriedad de la propuesta y además me gusta mucho la facilidad con la que González dota a su tenebroso cuento de una rara poética: en algún que otro momento particularmente inspirado – Lucio subiéndose el coche para contemplar el cielo que caerá sobre sus cabezas, la madre que se sienta en el porche de la casucha de campo escopeta en mano esperando a aquel que sabe que está por venir, esa ominosa segunda visita al pueblo ya abandonado con el recurso del juego de adivinanzas, el hermosísimo travelling lateral que cierra la película – se deja sentir la habilidad del director para crear imágenes y secuencias tan bellas como en el fondo perturbadoras.

Tan notable es la valentía algo suicida del realizador que uno hasta perdona las evidentes debilidades de un guión al que no le hubiera venido mal pulir ciertos detalles que a algunos pueden incluso sacarles de tan hipnótica propuesta – estoy pensando en lo que ocurre con la madre y en la inexplicable decisión de Alejandro de no informar al menos a los dos hermanos mayores sobre lo que puede suceder para que éstos al menos puedan comprender su comportamiento – y celebrar que en España haya gente con el arrojo suficiente no solo para idear una marcianada semejante sino productores capaces de contagiarse el sentido del riesgo de realizadores como Francisco Javier González y financiarle el poner en pie sus propuestas. Pongámosles nombres, porque la ocasión lo merece: Antonio Pérez y, en la sombra, un tal Antonio Banderas.

Observese el contraste entre la secuencia que abre la película - los primeros rastros del asteroide destruyendo un satélite, una escena que bien podría formar parte de Armageddon - y una posterior en la que se aprecia la enorme tensión generada entre los dos personajes principales.

miércoles, abril 23, 2008

FILMOTECA: This is England, la Inglaterra de los 80

Hoy Jueves 24 de Abril la Filmoteca de Extremadura programa en el Centro Cultural Alcazaba a partir de las 20:30 la película This is England, dirigida por Shane Meadows.

Julio de 1983. Es el último día del trimestre y eso significa que hoy no hay que llevar uniforme. En un anodino pueblo de la costa inglesa, Shaun, que tiene 12 años, sale de casa camino del colegio vestido con unos pantalones campana que su padre le regaló. En el camino, le echan de la tienda de la esquina por insolente, mientras todos se meten con él por su gusto indumentario y él no se corta a la hora de contestar. De regreso a casa, se encuentra con Woody y su banda de skins. Pese a su aspecto chocante, son unos skins amables y abiertos. Es cierto que una excursión cívica en su compañía significa comportamientos algo extraños como destrozar las nuevas viviendas protegidas todavía no ocupadas. Pero son acogedores y divertidos. Los skins ofrecen a Shaun dos cosas que le faltan y que echa de menos: amistad y una figura paterna. El padre de Shaun ha muerto en combate en la guerra de Las Malvinas.

This Is England está ambientada en la Inglaterra de principios de los ochenta; el mundo de Duran Duran, del aeróbic, de Los Cazafantasmas, de Margaret Thatcher, de la crisis de las Malvinas, de disturbios raciales, y de cabezas rapadas. A partir de muchas experiencias de la época en la que le tocó crecer, Shane Meadows crea un retrato de un momento de nuestra historia cultural al que a menudo no se presta la debida atención. Con el mundo de los skins como telón de fondo, dentro de un anodino pueblo costero asistimos, a través de los ojos de un niño de doce años al paso a la madurez, personal y cultural.

La idea para This Is England le vino a Shane mientras trabajaba en su película anterior, Dead Man's Shoes, una historia sobre el precio de ser víctima, sobre el abuso del poder y sobre la venganza en la Inglaterra rural. Con aquel proyecto, el director se puso a reflexionar sobre la naturaleza del acoso y de la violencia física. Hubo, concretamente, un incidente en su propia vida, cuando él tenía 12 años y se había hecho skinhead, que le ha servido como referente. Él mismo explica: "Yo pensaba que lo más emocionante en la vida era ese tipo de masculinidad dura en los hombres. De la misma manera en que los niños de ahora quieren ser Beckham, yo adoraba a Jimmy Boyle, un conocido skin de la época. Yo quería ver a hombres peleando, y recuerdo que una vez casi provoqué un acto de violencia, y eso se convirtió en algo con lo que me empezó a resultar difícil vivir." Irónicamente fue esta experiencia, junto con el ejemplo de una figura como Jimmy Boyle, un criminal que luego se convirtió en un artista, lo que, a la larga, terminó siendo muy positivo para Shane.

A diferencia de semanas anteriores, no he visto aun This Is England por lo que no puedo opinar sobre ella. Pero si puedo daros tres motivos por los que acudir al Centro Cultural Alcazaba para verla: 1) La película fue galardonada con dos Bafta (equivalentes a nuestros Goya) a la Mejor Película Británica y Mejor Guión Original del año pasado, además de cosechar diversos galardones en Festivales como el Premio de la Juventud en Gijón o el Premio Especial del Jurado en Roma 2) La anterior película de Shane Meadows, Dead Man’s Shoes, era un film estupendo y original que tuve ocasión de ver hace dos años en Sevilla y que aunque no logró distribución en España, me descubrió a un cineasta personal al que creo que merece la pena seguir la pista 3) La BSO de la película, compuesta en gran parte por hits de los años 80 es una maravilla: clásicos como Come On Eileen, Tainted Love o Louie Louie se mezclan con la partitura original de Ludovico Enaudi creando un fondo musical de antología.

martes, abril 22, 2008

EXPEDIENTE ANWAR: La cara oscura de la guerra contra el terrorismo

Recuerdo haber leído una frase de Gavin Hood, director sudafricano de la estadounidense Expediente Anwar, que me llamó poderosamente la atención. Contaba como, siendo él un adolescente en la Sudáfrica del Apartheid, EE.UU., su Constitución y los valores que consagra siempre fueron una inspiración para lo que él y muchos como él deseaban para su propio país. Concluía diciendo que cuando supo por primera vez de la historia que inspira el argumento de Expediente Anwar sintió que necesitaba hacer esta película para explicar como hoy en día dichos valores están más en peligro que nunca por aquellos que, esgrimiendo el argumento de la guerra contra el terrorismo, se dedican de forma sistemática a conculcar los derechos más elementales de personas que consideran sospechosas o simplemente potenciales fuentes de información.

No hablamos ya de esa vergüenza moral que supone Guantánamo, sino a la política de «rendición extraordinaria» - el título original del filme es, de hecho, Rendition - una política aprobada bajo la Administración Clinton que de facto permite secuestrar a ciudadanos considerados como una amenaza para la seguridad nacional para transportarlos e interrogarlos en prisiones secretas de otros países, donde claro está, los interrogadores tienen “mano libre” en cuanto a los procedimientos necesarios para conseguir la información que precisan, incluyendo la tortura. La película de Gavin Hood pretende ahondar en esa espinosa realidad a través del caso de un ciudadano egipcio, residente en los USA y felizmente casado con una norteamericana, al que por una serie de circunstancias le cae encima el marrón de ser sospechoso de mantener contactos con los responsables de un atentado con bomba en un país norteafricano. Detenido en pleno Washington, es llevado a dicho país para ser interrogado siendo desposeído no ya de la más mínima garantía legal sino de los más elementales derechos.

A partir de esta premisa, Hood y su guionista Kelley Sane elaboran un complejo argumento que trata de ahondar en esta incómoda realidad denunciada por diversos medios de comunicación europeos, tratando de ofrecer espacio a las distintas partes en conflicto pero sin esconder ni por un instante el desprecio que le merecen dichas prácticas, injustificables desde todo punto de vista por más que los últimos responsables de las mismas se escuden una y otra vez en los despreciables argumentos de siempre. Así, la película contrapone la idealista – y un tanto ingenua, la verdad - visión de la realidad de personajes como el joven asesor de un Senador (Peter Sarsgaard) o el inexperto analista de la CIA (Jake Gylenhaal) destinado en África enfrentado a “su primera tortura” (sic) frente al pragmatismo carente de escrúpulos de un alto cargo de la CIA (Meryl Streep, esplendida en un personaje que en muchos aspectos es el reverso del que interpretó para Robert Redford en Leones por Corderos) o la fría eficacia de un Jefe de Policía árabe acostumbrado a mancharse las manos para conseguir información.

Sin embargo, esta contraposición entre personajes juega en mi opinión un tanto en contra de los intereses de la película, pues simplifica una cuestión extremadamente compleja y por más que uno pueda tener sus ideas claras al respecto y que no se pierda de vista su condición de película denuncia, Expediente Anwar se mueve demasiado a menudo cerca del clásico esquema de buenos y malos. Ni siquiera la trama que envuelve a la hija del Jefe de Policía - cuya relevancia para la película solo adquiere dimensión real en el tramo final del filme gracias a un giro de guión algo tramposo, sin que se explique hasta entonces su inclusión en la película – o las penalidades de esa desconsolada esposa embarazada predicando en el desierto de los pasillos de Washington en busca de una explicación sobre el destino de su esposo, consiguen otorgar a la película la profundidad que sería deseable.

Sin embargo, sería bastante injusto juzgar a un filme de las características de Expediente Anwar solo en función de lo anteriormente dicho. Muy al contrario, la película contiene una exposición eficaz de lo que denuncia, apoyándose tanto en la ajustada interpretación por parte de un notable reparto como en una puesta en escena desprovista de efectismos que transmite de forma precisa la sensación de terror que produce esa arbitrariedad inconcebible.

Si, se puede argüir que la película ofrece, a diferencia de otros filmes mucho más contundentes sobre estos asuntos, una salida de tranquilizar conciencias y que pone a salvo el verdadero espíritu norteamericano, ese esfuerzo individual capaz de sobreponerse a las flaquezas y debilidades del sistema y de mantener a salvo los valores que lo inspiraron, pero aun siendo más que consciente de ello, prefiero apreciar en lo que vale esa denuncia de una realidad inquietante que aun quedándose en la superficie de la misma, no deja de ser un saludable ejercicio y un buen síntoma del inconformismo de Hollywood frente a los desmanes de la Administración Bush en tantos terrenos.

martes, abril 15, 2008

FILMOTECA: Para Todos los Gustos, cine divertido e inteligente

Agnes Jaoui ya llevaba una más que interesante carrera como actriz y guionista cuando en el año 2000 decidió por fin dar el paso para convertirse en directora. De su pluma – aunque casi siempre en colaboración con su pareja sentimental y cómplice Jean Pierre Bacri – ya habían salido guiones tan interesantes como Smoking/No Smoking, On Connaît la Chanson o la esplendida y poco conocida Como en las Mejores Familias, en la que ya se adivinaban los rasgos propios de su cine. Se puede decir que la autora de la posterior Como una Imagen sabía perfectamente el tipo de historia que quería contar en su primera película.

Para Todos los Gustos narra varias historias cruzadas: un empresario conoce a una actriz, que es amiga de una camarera, que, a su vez, conoce a un guardia de seguridad, que trabaja con un chofer, al servicio de una decoradora, mujer de un empresario, que a su vez querría trabar amistad con artistas que... En fin.

Es la historia de los gustos de unos y de los colores de otros. Es la historia de personajes y entornos que, según nos cuentan Jaoui y Bacri, nunca tendrían que haberse conocido al resultar imposible alterar los marcos de referencia y las barreras culturales sin que se planteen un buen puñado de problemas.

Para Todos los Gustos – que en realidad debería haberse llamado El Gusto de los Otros – es una película sobre los prejuicios, sobre la dificultad para comunicarse con las personas de tu alrededor cuando uno es poco proclive a escuchar y tiende a restarle importancia a las opiniones de los demás, ya sea porque proviene de un medio social o cultural muy distinto al tuyo, ya sea porque uno cree demasiado a menudo llevar la razón.

También es una película sobre la ambigüedad, sobre la forma en la que un sentimiento inicial de rechazo puede tornarse en algo bien distinto según se va entendiendo más al otro, sobre como nuestras concepciones del arte y la cultura pueden convertirse en un instrumento de intolerancia, sobre el papel que la sociedad espera que juguemos en ella y la difícil conciliación de aquel con nuestros propios deseos... Una película, en fin, sobre la vida y la forma en que nos relacionamos con los otros en la que uno puede verse (o no) identificado pero que desde luego tiene la virtud de ofrecer no pocos motivos para reflexionar a la salida sobre lo visto.

Si a ello le sumamos que la película, lejos de ser un sesudo ensayo, está servida con el formato de una comedia inteligente que sabe como reírse de uno mismo - con notables influencias de Woody Allen tanto en los personajes como en la construcción de diálogos – que tiene a un reparto en estado de gracia (en especial no hay que perderse el magnífico personaje que construye Jean Pierre Bacri y la peculiar relación que establece con el de Anne Alvaro) y que cuenta con el respaldo de varias distinciones internacionales como la nominación al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa en el 2001, cuatro premios Cesar (el equivalente francés a nuestros Goya) entre ellos Mejor Película y el premio del Cine Europeo al Mejor Guión del 2001, creo que hay argumentos más que suficientes para acercarse al Centro Cultural Alcazaba este jueves 17 de Abril a las 20:30 horas y, por el módico precio de un eurito de nada, disfrutar de una excelente película.

viernes, abril 11, 2008

LA BANDA NOS VISITA: Mucho más que buenas intenciones

El estreno en España de La Banda Nos Visita me permite recuperar el comentario que ya hice a propósito de ella en su paso por la Seminci 2007. Creo que es justo dedicarle una entrada propia tanto por la calidad del filme como por el hecho de que ésta fue una película pretendida hasta el último instante para el II Festival de Cine Inédito de Mérida. Al final, tras muchísimas llamadas y tiras y aflojas, la distribuidora no cedió y nos impidió disfrutar de un filme que a buen seguro hubiera equilibrado una programación acusada, no sin cierta parte de razón, de un excesivo gusto por el drama y de poco espacio para la comedia. Me gustaría que mucha gente viera este filme para entender mejor los motivos por los que hubiera sido perfecta para el Festival pero, como era de esperar, no ha llegado a ninguna pantalla extremeña. Esperemos que la Filmoteca o Multicines Cáceres - la única sala de toda Extremadura donde una película de estas características podría llegar a verse, como ha sucedido con Irina Palm, Cuatro Meses, Tres Semanas y Dos Días, XXY, Caramel o Lo Mejor de Mí - la recuperen en algún momento, porque sin duda que merece mucho la pena. Por mi parte, aquí dejo corregido el comentario que en su momento escribí sobre ella:

Descubrir que Aki Kaurismaki tiene sus fans incluso en Israel no deja de ser una grata sorpresa. La ópera prima del joven y desconocido Eran Kolirin tiene un sencillo punto de partida que a buen seguro no hubiera desagradado en absoluto al autor de Un Hombre sin Pasado. Una pequeña banda de música de la policía egipcia es invitada a inaugurar un centro árabe en Israel. Tras comprobar que nadie pasa a recogerlos en el aeropuerto e ignorar lo que hubiera sido más sensato, como contactar con la embajada de su país, sus ocho miembros se aventuran en un autobús que les deja literalmente en medio de ninguna parte, aislados, muy alejados de su lugar de destino y sin posibilidad alguna de reemprender viaje hasta el día siguiente. Ante tal tesitura, piden ayuda a los israelíes locales – que alucinan no poco ante los músicos uniformados de gala en mitad de aquel sitio dejado de la mano de Dios, pero que se muestran sumamente amistosos – y buscan acomodo como pueden mientras dejan que la música, el amor, las emociones y el sentido del humor tiendan puentes entre las enormes diferencias culturales de unos y otros.

La Banda Nos Visita es una de esas películas bienintencionadas que bien podría inscribirse en esa tendencia, a estas alturas ya casi un género en sí mismo, de acercar las posturas de adversarios aparentemente irreconciliables apelando a sentimientos humanos universales capaces de atravesar cualquier barrera - Mi Enemigo Intimo o Feliz Navidad son dos ejemplos recientes, y Mediterráneo también valdría como ejemplo – pero tratándose del conflicto árabe-israelí a priori no dejaba de ser una apuesta arriesgada en varios sentidos: si se llevan las cosas demasiado lejos podía quedar un producto que insultara la inteligencia del espectador o, lo que es peor, que se viera como una burla a un tema sumamente serio. Por otro lado, también existía la trampa de caer en una simple apología de los buenos deseos que convirtiera la película en un empalagoso a la vez que ingenuo alegato. En fin, que la peli tenía más minas escondidas en su camino que las que hay en las fronteras que separan ambos pueblos en Israel.

Sin embargo hete aquí que haciendo gala de una gran inteligencia y de un excepcional a la vez que desconcertante sentido del humor que bebe mucho del absurdo generado por la propia situación (como sucede a menudo en los filmes de Kaurismaki) resulta que Eran Kolirin sortea con habilidad todas y cada una de esas trampas, construyendo una película modesta en sus planteamientos, pero sumamente eficaz en la consecución de sus objetivos, una de esas obras pequeñas solo en presupuesto que se abren paso con facilidad hacia el espectador y que se disfrutan con una sonrisa de complicidad permanente en los labios. A Kolirin le basta un puñado de detalles para establecer las claves de sus personajes, ya sea el severo pero sensible director de la orquesta, el guaperas empeñado en sacar el máximo partido del viaje, el segundón que sueña con dirigir un día la orquesta por el lado de la banda egipcia, la mujer madura determinada y en el fondo enormemente necesitada de cariño que les acoge, el joven inexperto en su trato con las mujeres o el buen tipo dominado por su mujer e infeliz en su matrimonio que se presta a ayudar a algunos de los miembros de la banda por el lado israelí.

La película tiene sus mejores bazas no tanto en el consabido encuentro entre dos culturas y la previsible superación de sus diferencias en pro de la simple consigna de ayudar al prójimo, sino en la eficacia con la que están construidos tanto los personajes como las escenas que protagonizan, ya sean cómicas o no. Jugando de maravilla con el plano fijo y la introducción sorpresiva del absurdo en las situaciones más cotidianas, Kolirin consigue crear una atmósfera apacible, un oasis de calma en medio de un conflicto que uno sabe existente pero que podría hallarse a miles de kilómetros de ese remanso de paz perdido en el desierto en el que no falta la soledad ni el aburrimiento.

Todo está rodado con una suave puesta en escena que invita al juego de conocimientos que propone la película y el espectador se deja arrastrar con facilidad al mismo: tan hermoso es el proceso de seducción de la dueña del restaurante hacia ese director de orquesta responsable que tiene motivos más que comprensibles para no responder a sus invitaciones como divertida la forma en la que el seductor de la banda instruye a un inepto en asuntos de mujeres en la mejor forma de abrirse paso hacia su cama – lo que da lugar a una escena antológica e hilarante en una especie de pista de patinaje en la que se hace una relectura en clave de humor mudo digno de Chaplin o Keaton del sempiterno Cyrano de Bergerac – sin que en ningún momento haya el más mínimo atisbo de establecer juicios morales o aleccionarnos sobre los buenos sentimientos y es que su autor, con buen criterio, da por sentado que el espectador tiene más que asumidos ciertos valores universales y no carga las tintas sobre los mismos.

Algunos pensarán que La Banda Nos Visita es poco más que una película simpática que se deja ver con agrado y que transcurre por caminos previsibles. Puede que sea cierto pero este cronista es de los que defiende que esa aparente sencillez tiene tras de sí un trabajo riguroso que no debe menospreciarse: les aseguro que todas las emociones que provoca, que son muchas y de muy distinto signo, son absolutamente genuinas. Su discurso sobre un entendimiento mínimo entre ambas culturas desde el que construir un mejor futuro, lejos de ser ingenuo, está perfecta y coherentemente construido, siempre desde la humanidad y la enorme ternura que desprende.

martes, abril 08, 2008

II Festival de Cine Posible en Mérida

Aunque nadie parezca haberse enterado por la casi nula publicidad (no basta con hacer los estupendos folletos de la Filmoteca si nadie se dedica a repartirlos por la ciudad, un detalle en el que los responsables de los mismos no parecen haber caido) hoy martes 8 de abril comienza un Festival de Cine en Mérida... No, tranquilos, no es que hayamos adelantado las fechas de nuestro Festival de Cine Inédito – en cuya tercera edición, aunque no os lo creáis, ya estamos trabajando y que se celebrará del 13 al 20 de Diciembre – sino que nuestros amigos de Almendralejo realizan en estas fechas la II Edición de su Festival de Cine Posible y gracias a la colaboración de la Filmoteca de Extremadura todos los aficionados vamos a poder disfrutar durante cuatro días consecutivos de la totalidad del mismo.

¿Qué es el Festival de Cine Posible? Pues la temática del festival se basa en el conocido potencial del cine como una herramienta más para concienciar y sensibilizar sobre los problemas de desigualdad e injusticia social. Nace pues con un eminente carácter social y una amplia temática, aunque preferentemente encaminada a la cooperación al desarrollo.

Las películas, documentales y cortometrajes seleccionados – ninguna obra tiene una duración superior a los 30 minutos y la media suele estar por los diez más o menos - serán los que aporten un mayor conocimiento, comprensión y compromiso social con el pacto internacional para la pobreza, suscrito en septiembre de 2000 por 189 países en la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas y denominado "Los 8 Objetivos del Milenio"

Los cortos y documentales seleccionados este año podrán verse desde hoy Martes hasta el próximo Viernes en Mérida, en el Centro Cultural Alcazaba, a partir de las 20:30 horas.

En este enlace podéis consultar la programación diaria

Y si queréis ampliar información tanto sobre el festival como las temáticas que aborda, os podéis dirigir a la web oficial del festival, donde tenéis muchísima información:

http://cineposible.wordpress.com/

Como todo festival compuesto de una pluralidad de cortos y documentales, es de esperar que exista una gran variedad tanto de temáticas como, claro está, de calidades y resultados en los títulos de la Sección Oficial, pero estoy muy convencido de que en cada una de las cuatro proyecciones de esta semana encontraremos cosas que merezcan la pena o que, al menos, den para reflexionar y charlar sobre lo visto a la salida del cine. Es una buena oportunidad para descubrir propuestas que probablemente sean imposibles de visionar de otra forma, así que yo os recomiendo que no la dejéis escapar.

De lo que vaya viendo cada día iré dando cumplida cuenta en CineMérida